lunes, 6 de julio de 2009

Un cuento que me anda por la cabeza

Hola a todo el mundo!!!

hace un tiempo me contaron un cuento de esos que te quedan en la cabeza y que fácilmente vienen al consciente... más en el mundo en que vivimos.

Decir, me dijeron que era de Hegel y es un poco triste...por supuesto mi narración es libre, exculpad a Hegel de la calidad de la narración, y supongo que una versión de la versión que me contó el que creo leyó el original.


Había una vez un espíritu cándido que al hacerse adulto, y siendo conocedor de que vivía en un mundo que no era el de los demás, decidió salir del refugio y asumir los riesgos de conocer la realidad.

Poco a poco se fue alejando más de la protección de su casa y conociendo el mundo de los otros.
Un día se encontró con un espíritu que le miró mal, a este espíritu le molestaba que simplemente estuviera allí, al principio le insultó, luego le robó y al final le dio una paliza.

-¿Por qué? -Preguntó el espíritu cándido- Si no te he hecho nada.
- Porque no se puede andar por el mundo con esa candidez. Andas por ahí creyéndote superior a los demás.

El espíritu cándido se volvió al refugio a cuidarse las heridas... más profundas en el alma que en la piel... y sin encontrar respuestas a su por qué.

Pasado el tiempo leyó un día en el periódico que un espíritu había recibido una paliza casi de muerte y que estaba en el hospital. En la descripción de la víctima reconoció al espíritu de piedra que le había agredido y al saber que se encontraba en una situación parecida a la que le había dejado a él, le dio pena que estuviera solo y decidió ir a visitarla.

En el hospital, entró y saludó al espíritu de piedra, éste estaba en un estado lamentable, al parecer al intentar agredir a alguien salió mal parado. El alma cándida le saludó y le preguntó cómo estaba.
El enfermo la reconoció y le sorprendió su visita
-¿A qué vienes? ¿a reírte de mí? ¿a ver lo mal que está el que te hizo daño?
- No, vine a visitarte porque no me gusta que estés así, y se que tienes dolor.
-No te creo - dijo el alma corrupta - no tienes necesidad de saber como estoy. Te insulté, te robé y te pegué... cómo vas a estar preocupado. Vienes a reírte de mí, porque te crees mejor que yo con tu aura de bueno, pero aquí estás... regocijándote en un convaleciente.
-Pero...
- ¡Fuera!

El alma cándida no entendía que ocurría, sabía que le habían hecho daño dos veces: por simplemente estar y por apiadarse de otro espíritu dañado.

Se volvió a su refugio y tardó meses en salir...
poco a poco fue saliendo de nuevo, hasta que normalizó sus salidas.

Una vez, al pasar por delante de una calle, vio a un espíritu cándido atemorizado por otro espíritu... la visión le molestó mucho, pobre espíritu joven...

... pero tenía que aprender a defenderse.

Por fin, el alma cándida se había vuelto de piedra.


En efecto es un cuento, y evidentemente los buenos son muy buenos y los malos muy malos. Pero en ocasiones veo gente que se va de experimentada por la vida y que considera que una visión limpia e inocente de las cosas es inválida... y les desprecian, por el hecho de ser jóvenes e inexpertos. Me resulta triste comparar la experiencia con las malas experiencias, que lo bueno también es experiencia!

Me gustó aquello que dijo alguien en un comentario del blog: "un optimista es un pesimista bien informado"

En fin... que estoy de lunes. Mañana, si cuadra destrozo un cuento de Saint Exupery, que desde luego es mucho más optimista.

Sean MacGregor


4 comentarios:

  1. Los personajes "experimentados" en la voz de los problemas están demasiado extendidos... No es malo acordarse de los problemas, para evitarlos y analizarlos. También hay que arriesgarse a pesar de ellos! Y no sólo para decisiones, sino para la vida diaria: tener ánimo con la rutina, y ver el alrededor con una visión alegre, por qué no?

    Creo que puede ser una de las lecturas a hacer del cuento: el alma cándida ha de aprender - no necesariamente comprender - que existen almas corruptas, y que hay que "convivir" con ellas. Y por convivir me refiero a seguir la vida hacia delante y no dejarse amilanar o transformar por una negatividad o maldad que lo que busca es regodearse en sí misma. Y que si puede arrastrar a otros, mejor que mejor.

    No nos dejemos arrastrar!

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  2. Me gusta decir que hay que seguir siendo infantiles, no en todo evidentemente, y eso iuncluye la candidez del niño que le ayuda a contemplar el mundo de los adultos de una forma que a los adultos suele dar miedo. No quiero dejar de ser inocente o, al menos, no quiero dejar de creer en utopias por que las certezas ya las tengo.

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  3. Por cierto, curiosidad: índice de cuán feliz es el mundo cuantificando la salud, la felicidad y huella ecológica:

    http://www.happyplanetindex.org/

    Lo curioso es que los mejores países están en América Central (según, claro, este índice).

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  4. Estoy totalmente de acuerdo con lo de no dejarse arrastrar. La verdad es que si eres feliz y lo dices, mucha gente piensa que: no tienes problemas o son muy pequeños (desde luego menores que los suyos); no eres consciente de los problemas de la humanidad y de lo dura que es la vida para ellos; y/o (la más increíble) eres muy “cándido” y cualquier contratiempo serio podría hacerte entrar en crisis. Cuando te das cuenta de esto, a veces apetece plantarles cara y contarles tus “problemillas”, pero no sirve de nada; instalarse en la infelicidad sale caro y después es difícil salir.
    Así que, ¡a empeñarse en ser felices!

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